Haced todo para la gloria de Dios (V)

“¿Cuándo el sacerdote usa el incienso y qué debo hacer cuando él me inciensa?”

El uso del incienso se remonta a los inicios de la Iglesia, es una práctica que la Iglesia tomó de algunas funciones civiles –cuando en la corte Imperial se honoraba al rey y a sus ministros quemando incienso delante de ellos-, con esta costumbre la Iglesia da honor a Dios, Rey Celestial y su Cohorte de Santos, por medio de ofrendarles incienso.

Hasta hoy, el sacerdote inicia sus oraciones en la Divina Liturgia por medio de ofrecer incienso. Cuando coloca los granos de incienso el sacerdote dice “Oh Cristo nuestro Dios, te ofrecemos el incienso, como suave fragancia espiritual, recíbelo sobre tu Místico Altar enviando sobre nosotros la gracia de tu Santísimo espíritu”, incensando el Altar, y también la Mesa de Oblación (en una esquina donde los Santo Dones de Pan y Vino son preparados para el Oficio) y el resto del área del Santuario. Luego se inciensa los iconos del Iconostasio. Entonces se inciensa al pueblo, que son las imágenes (iconos) de Cristo vivo. Como respuesta, el pueblo no se santigua, pero si se levanta e inclina en agradecimiento por el incienso. (Así es en la tradición eslava, los griegos, rumanos y antioquenos hacen el signo de la cruz). El sacerdote entonces cruza a través de todo el templo incensando todos los iconos de las paredes. (El pueblo no hace la señal de la cruz cuando se aproxima, pues no está incensando a ellos sino a los iconos, en las Iglesias donde no existen bancas las personas deben dejar pasar al sacerdote) El sacerdote concluye la incensación de apertura, incensando una vez más las puertas reales, los Iconos del Salvador y la Theotokos, y regresando finalmente al altar.

Durante la Liturgia, el sacerdote de Nuevo inciensa al pueblo, primero en preparación para la lectura del Evangelio, y una segunda vez, durante el Himno Querúbico como preparación para la recepción de los Santos Dones (nuevamente los fieles responden ante la incensación agachando su torso y su cabeza mientras el sacerdote les inciensa) Estas respuestas del pueblo son parte de la interacción y dialogo entre el sacerdote y la comunidad, siendo esta la mejor manera de participar activamente en el Único Sacrificio de la Santa Eucaristía. Los fieles que de forma intencional no responden a estos gestos de participación estarían ciertamente en actitud de rebeldía o rechazo de las bendiciones concedidas por Dios a través del sacerdote, por lo que cuando un sacerdote se da cuenta de una actitud irreverente o no participativa debe llamar aparte a la persona para preguntarle la razón de su actitud.

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