Sermón de la Dormición de la Madre de Dios por San Gregorio Palamas
Mi presente sermón es motivado por el amor y la necesidad, no hablo solamente en razón de mi amor por ustedes y por el deseo de que palabras de salvación lleguen a sus oídos amantes de Dios, para nutrir sus almas; sino también, porque me es necesario, además de alabar a la Iglesia, exponer y exaltar la majestad de la siempre Virgen Madre de Dios. Este deseo al desplegarse, me impulsa y una misión indeclinable me obliga; aunque los discursos no puedan comprender aquello que es más elevado que cualquier palabra, así como la mirada de nuestros ojos que no puede sostenerse ante la luz del sol.
A pesar de que no podemos hablar de aquello que supera toda palabra, ofrecemos himnos de alabanza y de amor a la Madre de Dios, conforme a nuestras habilidades. Si “El Señor siente profundamente la muerte de los que lo aman” (Sal. 116:15) y “El recuerdo del justo es bendito, y el nombre del malvado se extingue” (Prov.10:7); entonces cuánto más grande es la memoria de la más Santa de todos los Santos, por medio de quien la santidad perfecta nos ha sido concedida? Me refiero a la Siempre- Virgen Madre de Dios, Cuya memoria, ahora es menester nuestro el celebrar con las más exaltadas alabanzas.
Ahora celebramos Su Santa Dormición, o Muerte, por medio de la cual ella se ha vuelto “apenas menor que los Ángeles” (Sal 8:6) y siendo así, ella ha ascendido incomparablemente más alto que los Ángeles y los Arcángeles… y está por encima de ellos debido a su cercanía con Dios, y por los maravillosos actos que fueron, desde el principio, alcanzados y escritos de Ella.
Fue pues, por ella que Dios inspiró, los profetas profetizaron, y sucedieron los milagros en anuncio de esta grandiosa y universal maravilla: la siempre Virgen Madre de Dios. El Espíritu dio testimonio de varias maneras, prefigurando la verdad futura. (Joaquín y Ana, a su edad adulta, se convertirían en padres de una niña) quien sin semilla dio a luz al Unigénito de Dios, el Padre de la eternidad...
El Rey de todo, anheló la belleza de la siempre Virgen (Sal. 45/44:12),… y la eclipsó, o mejor aún, el Poder del Altísimo la cubrió con su sombra. Él no manifestó en ella Su presencia por medio de oscuridad o fuego como con Moisés, ni por medio de tormenta y nubes como con el Profeta Elías, sino que el Poder desde lo Alto eclipsó el vientre purísimo y virginal, separado… no por el aire…ni por nada sensible…
De esta manera, el Verbo de Dios hizo su morada en Ella de una manera inexpresable, y se hizo carne. Así “apareció la sabiduría sobre la tierra, y convivió con los hombres” (Bar 3:38), deificando nuestra naturaleza y concediéndonos, de acuerdo con el divino Apóstol, aquello “… que los mismos ángeles desean contemplar.” (1Ped. 1:12). Esta es la mayor Gloria,… la de la siempre Virgen María.
¿Qué palabras existen para explicar lo que inundaba el lugar después del inexplicable alumbramiento? Por su cooperación y sufrimientos con la condescendencia del Verbo de Dios, Ella también es exaltada junto a El, en su grandiosa y maravillosa majestad. Ella, con la Ascensión a los Cielos de su Hijo, que fue encarnado de Ella, compite con todo lo que supera la mente y las palabras, que por El se hicieron suyas propias, con muchísimas acciones y oraciones, también con su intercesión por el mundo entero, y por la inspiración que Ella concede a los predicadores diseminados por todos los confines de la tierra.
Ella fue soporte y consuelo para todos, trabajó arduamente con todos en la proclamación del Evangelio. Vivió una vida difícil, proclamando con el pensamiento y la palabra. Por ello, la muerte de la Theotokos es también vivificadora, pues la llevó hacia el Cielo y hacia la vida eterna. Es una gran fiesta recordar este misterio y una solemnidad universal… El espíritu lleno de Gracia de la siempre Virgen es entregado en manos de Su Hijo; y poco después, Su cuerpo fue trasladado junto a El hacia las moradas eternas y celestiales. Esto es verdaderamente justo y digno.
De hecho, a través de los siglos, a muchos les ha sido concedida la condescendencia divina, Gloria y Poder, como David dijo: “¡Oh Dios, qué profundos son tus proyectos, qué innumerable son todos juntos: si los cuento son más que la arena, y aunque termine, aún me quedas tú”. “Muchas hijas,”- según Salomón, “demostraron lo que valen, pero tú las superas a todas” (Prov. 31:29-30). Y ella es la Purísima Virgen María, que es incomparablemente exaltada por encima de todo y de todos.
Solo Ella estuvo entre Dios y la raza humana. Dios se hizo Hijo del hombre, para hacernos hijos de Dios. Ella se hizo Cielo en la tierra y deificó a la humanidad. Solamente Ella entre todas las mujeres, siendo madre por naturaleza, es la Madre de Dios, trascendiendo todas las leyes de la naturaleza. Por el inefable alumbramiento de su Hijo, Ella se convierte en la Reina de todo, en el cielo y en la tierra. Por Ella, se exaltan a todos los que se someten y muestran obediencia, dejando las cosas terrenas por las cosas del cielo y Ella distribuye las recompensas y el poder. Por el Espíritu Santo que Ella recibe, se convierte en la más exaltada y bendita Reina de linaje real.
Ahora Ella tiene una digna morada en el Cielo, pues éste es el lugar que le es propio. Está de pie a la derecha del Altísimo “adornada con joyas y con oro de Ofir” (Sal 45(44): 9-10), como el Profeta David dijo de Ella. Debajo de los vestidos dorados, su divino y radiante cuerpo está adornado con los diversos colores de todas las virtudes. Solamente ella, en su cuerpo glorificado por Dios, goza de las cámaras celestiales con Su Hijo. La tierra, el sepulcro y la muerte no podían contener para siempre su cuerpo purísimo que le otorgó la vida. Morada más radiante que el Cielo.
Es más, si su alma, que era la habitación de la gracia de Dios, y que fue concebida para el cielo, abandonando el mundo, siéndonos claro por medio de muchos ejemplos tal como lo creemos, ¿cómo podía ese cuerpo que recibió dentro al Unigénito y Pre-eterno Hijo de Dios, la inextinguible fuente de gracia, que trayendo al mundo Su Cuerpo al darle a luz, no sea llevado de la tierra al Cielo? Si cuando solo tenía tres años, y sin tener aún en Ella la inhabitación celestial, ni haber concebido al Inconcebible, Ella entró al Santo de los Santos (al Santuario)…(Noviembre 21), cómo entonces ese cuerpo podría debilitarse y volverse polvo?
Por ello, el cuerpo que dio a luz, es glorificado junto con el Nacido, con la Gloria que es propia de Dios; y son elevados juntos. El “Arca de tu poder” (Sal 132(131):8) es resucitada al igual que Cristo, que se levantó al tercer día, como es expresado en un canto profético. Había, además la evidencia de los Apóstoles de su resurrección de la muerte: los lienzos y las mortajas, permanecieron en la tumba, y solo eso encontraron aquellos que vinieron a ver: al igual que había sido con su Hijo y su Señor.
No era necesario que Ella permaneciera más tiempo en el seno de la tierra, como Su Hijo y su Dios; por lo tanto, fue llevada directamente de la tumba a la morada celestial, desde donde brilla radiantemente, iluminando al mundo entero.
Para nosotros los fieles, esto es algo digno de veneración, digno de alabanza y de cánticos…Ella fue al comienzo, “apenas menor que los ángeles” (Sal 8:5) en su mortalidad, pero esto solo sirvió para incrementar la majestad de la Madre de Dios. Por tanto, es justo que todos nos reunamos hoy en la presente Fiesta.
Es justo también que Aquella que contuvo al Único que lo llena todo, y que está sobre todo, sea ensalzada por todos, por todas sus virtudes y su máxima dignidad.
Aquellas cosas que a través del tiempo ayudaron a aquellos que individualmente por la gracia de Dios, quisieron alcanzar tal virtud siendo ángeles u hombres. Ella las combina y las lleva a la plenitud del cumplimiento… Después de la muerte, encontró la inmortalidad, y su Cuerpo habita en el Cielo junto con Su Hijo y Dios. Así efectivamente, ella derrama abundancia de gracias a aquellos que la honramos. Incluso nos concede la confianza de acudir a Ella, que es el recipiente de muchísimas gracias, Ella las distribuye bendiciéndonos generosamente, y nunca abandona esta benéfica fuente de ayuda.
Mirando como es Ella la fuente y dispensadora de toda bendición, uno podría decir que la Virgen es, por virtud y para los virtuosos, lo que el sol es para la luz visible y para las criaturas que viven en esta luz. Pero esta misma luz, al volver su mirada hacia el Sol, que se levanta para la humanidad de una manera maravillosa, brillando eternamente delante de la Virgen, éste, que por naturaleza tiene todo lo que es concedido a Ella por su gracia, debería llamar a la Virgen Cielo. Y esto es por la Voluntad de Dios. La herencia de toda la santidad que Ella ha recibido sobrepasa en santidad cualquier beneficio debajo o sobre los cielos, así como los cielos son más vastos que el sol, pero el sol brilla más radiante que los cielos.
¿Qué palabras pueden describir tu divina y radiante belleza, Oh Virgen Madre de Dios? Es realmente imposible representar tus atributos con pensamientos o con palabras, pues ellos exceden ambos. Sin embargo es digno cantarte alabanzas, si tu nos lo permites, por el amor que le tienes a la humanidad. Tú eres la fuente de todos los dones, y la plenitud de todas las virtudes, la imagen viva y escogida de todas las bendiciones y de toda bondad, pues eres merecedora de los dones del Espíritu. Solo tú llevaste en tu vientre al Único en Quien están los tesoros de todos los dones, y te volviste morada milagrosa para El.
Ahora, habiendo pasado de la mortalidad a la inmortalidad, y justamente abandonado la tierra y alcanzado el Cielo, a las habitaciones Pre-eternas a morar con El eternamente. Desde aquel lugar cuidas a tu heredad y con incesantes súplicas, nos alcanzas Su Misericordia.
¿Cuánto más cerca que todos los que se han acercado a El, está la Madre de Dios? A este grado Ella ha sido hallada digna de ser escuchada. Hablo no solo de los que han nacido en este mundo, sino incluso de todas las huestes angélicas
Fue de un líder de las huestes angélicas que Isaías escribió: “De pie, junto a Él, había unos seres de fuego con seis alas cada uno…” (Is. 6:2). Pero David dijo de Ella: “a tu derecha está la reina…” (Sal. 45(44):9-10). ¿Ven la diferencia? Y de esta forma es también posible discernir la diferencia del rango de acuerdo con la dignidad.
El Serafín está alrededor de Dios, mientras que ciertamente a Su lado está la única Reina, quien es alabada y glorificada por Él mismo; diciendo de Ella, a sus Poderes Angélicos que le rodean, lo que se ha dicho en el Cantar de los Cantares: “Ya vengo a mi jardín, hermana y novia mía…”(Canto 4:1).
Ella es más radiante que toda luz, más dulce que los jardines del cielo, más hermosa que el mundo entero, el visible y el invisible.
Con toda dignidad Ella está no solo cerca, sino a la derecha de Dios, pues ahí está Cristo entronado en los Cielos. Ella también está allí, habiendo sido ascendida de la tierra al Cielo. No solo que Ella le ama, Ella también es amada más que nadie, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, ya que es trono verdadero de Dios. Isaías también vio este trono entre el coro de los Serafines y lo llamó alto y excelso (Is. 6:1), indicando que la Madre de Dios, es más exaltada que los Poderes Celestiales.
Por tanto, el profeta también mostró a los ángeles glorificando a Dios que salió de Ella, proclamando: “Bendita sea la Gloria del Señor, desde su lugar” (Ezeq 3:12).
El Patriarca Jacob, viendo este trono, gritó: “¡Qué terrible es este lugar! ¡Nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo! (Gen.28:17). Nuevamente David, junto con la multitud de los salvados, que son como las cuerdas de un instrumento musical, o como varias voces armoniosas de diferentes generaciones en una sola Fe por medio de la Siempre Virgen, que la alaban con salmos, diciendo: “Yo haré que tu nombre se recuerde por generaciones, y que lo pueblos te alaben por siempre.” (Sal 45(44): 17-18)
¿Acaso no ven que toda la creación glorifica a la Virgen Madre, no solo por un tiempo determinado, sino por todos los siglos?
Es obvio, además, que Ella nunca dejará de beneficiar a todas las criaturas por todos los siglos. Hablo no solo de las creaturas que vemos a nuestro alrededor, sino de todo el ejército celestial, las jerarquías celestiales e incorpóreas. Es solo por medio de Ella, que ellos y nosotros, estamos unidos a Dios, y tocamos al Intangible. Isaías lo muestra claramente: él vio que el Serafín, no tomó el carbón encendido directamente, sino que lo tomó con unas tenazas, con los cuales tocó los labios del profeta para purificarlos (Is. 6:6)
Moisés miró las tenazas de la visión de Isaías cuando miró también la zarza ardiente que no se consumía (Ex. 3:2).¿Quién no sabe que esta zarza ardiente y esas tenazas son la Virgen Madre? Ella concibió el fuego de la Divinidad (El que quita los pecados del mundo) sin ser quemada, aunque el Arcángel estuvo presente en la Concepción.
Por medio de Ella, El se unió a la raza humana, limpiándonos en esta unión inexplicable. Por esto Ella es el único lazo entre la naturaleza creada e increada; y nadie puede ir a Dios sin haber sido iluminados por Ella, la Lámpara verdaderamente radiante de divinidad. Como el Rey y Profeta dice, “Dios está en medio de Ella, no puede ser destruida…” (Sal. 46(45):5-6)
Si la recompensa nos es dada de acuerdo a nuestro amor a Dios, y si quien ama al Hijo es amado por El y por Su Padre, y se convierte en morada de Ambos, y si Ellos misteriosamente moran en éste, conforme a la promesa del Señor (Jn.14:21), entonces: ¿quien podría amarle más que su propia Madre? Él es el Hijo Unigénito también de Ella, y también fue concebido virginalmente, para que así el amor de El, que tomó carne de Ella pueda ser doblemente compartido con Ella.
¿Y a quién podría el Hijo Unigénito amar más que a Su Madre? Él nació de Ella inexplicablemente, en la plenitud de los tiempos, sin padre carnal, así como Él fue concebido por el Padre en la eternidad sin una madre carnal. Cómo podría Él, quien vino a consumar la Ley, no acrecentar el honor por su Madre incluso más allá de los requerimientos de la Ley?
Por lo tanto, ya que solamente del cuerpo de Ella se formó Aquel que “apareció sobre la tierra, y convivió con los hombres” (Bar 3:38), y vino a nosotros, invisible a todos antes de este tiempo, y en el siglo venidero. Entonces, sin su intercesión… toda concesión espiritual estaría más allá de la capacidad de los seres creados. Sólo Ella ha recibido la plenitud de Aquel que llena todas las cosas, y ahora por medio de Ella, todos Le reciben, Ella lo entrega según la capacidad de cada uno y en proporción a la pureza de cada uno, ya que Ella es ambos; tesoro y baluarte de las riquezas de Dios.
Es una ley eterna en los Cielos, que el inferior entre en comunión con lo que está más allá por medio de uno que es superior. Ciertamente, la Virgen Madre es incomparablemente superior a todos. Por medio de Ella todos participamos (de Jesucristo nuestro) Dios, quien de otra manera no participaría de nosotros. Aquellos que conocen a Dios comprenden que Ella es la que contiene a Aquel que nos contiene a todos. Todos los que alaban a Dios, la alaban a Ella junto con El. Ella misma es la que perdona a todos los que se fueron antes que Ella, y es la intercesora de todos los que vendrán después de Ella, y agente de las bendiciones eternas. Ella es el tema esencial de las profecías de los profetas, la directora de los Apóstoles, fundamento de los mártires, premisa de los maestros de la Iglesia. Ella es la Gloria de los nacidos en el mundo, alegría de los seres celestiales, y ornamento de todas las criaturas. Ella es principio, fuente y raíz de inexpresables bendiciones. Ella es la perfección suprema de todo lo que es santo.
Oh Divina, y ahora celestial, Virgen! ¿Cómo puedo relatar todo lo concerniente a ti? ¿Cómo puedo glorificarte, Oh Tesoro de Gloria?... meros movimientos hacia ti, iluminan la mente,… por medio de ti, el espíritu de un hombre es iluminado… por el Espíritu Santo. Tu te has convertido en la tesorera de los dones divinos, en su receptáculo; no te los guardas para ti misma, sino que llenas a todas las criaturas con los dones de la Gracia. Pues el Maestro de estos inextinguibles tesoros te los ha confiado, para que nos los entregues. ¿Por qué más El habría concedido bendiciones, que de otra manera hubieran permanecido ocultas?
Por todo ello, Oh Señora, concede abundantemente tu misericordia y tu gracia a todo tu pueblo y tu heredad. Libéranos de los males que nos afligen. Mira cuánto y de qué manera estamos oprimidos… por dentro y por fuera. Por tu poder transfórmalo todo para bien…ayúdanos y libéranos de nuestras pasiones…dándoles a nuestras almas y cuerpos, abundancia de gracias para cada necesidad. Aunque seamos incapaces de contener tus riquezas, aumenta nuestra capacidad y así permite que nosotros, salvados y fortalecidos por tu gracia, podamos glorificar al Verbo Pre-eterno que se ha encarnado de ti por amor a nosotros, junto con su Padre que es sin origen y con el Espíritu Creador de Vida, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén
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